CHENG YA

Estudiante de linaje Long Men y Chun Yang

Me llamo Andrea Moreno, mi nombre Taoísta es Cheng Ya (诚雅). Tengo 36 años (a 2021) y hace unos 9 años comencé un proceso de transformación muy profundo, el cual me llevó a conocer a mi primer maestro de Qi Gong hace 6 años, Cheng Mao, un gran amigo que me enseñó desde el corazón y me ayudó enormemente a reconectar con quien soy. Antes de conocerlo a él, jamás había escuchado hablar del Qi Gong ni sabía mucho de Taoísmo. Así comencé a practicar Qi Gong y a explorar otras vías y recursos para recordar para qué estamos aquí, y desde esa apertura fue que todo comenzó a alinearse para mí.

Hubo un momento en que supe que tenía que ir al origen y conocer al maestro de Cheng Mao en China. Y así lo hice. Fui en busca de un guía de verdad para reconectar con mi espíritu de forma muy consciente, y también a curar mi mente y mi cuerpo, los cuales debido al estrés y a desequilibrios emocionales muy profundos estaban ya en un estado terrible. Me habían diagnosticado enfermedades que en la cultura occidental se consideran crónicas y degenerativas- por las cuales estaba medicada, y también padecía desórdenes fuertes que -con todo y mil estudios- aún no se podían diagnosticar bien.

En junio de 2017 partí al Templo de los Cinco Inmortales (templo Taoísta ubicado en las Sagradas Montañas de Wudang, en China central) a curarme y estudiar Qi Gong, Meditación, Tai Ji, Alquimia Interna y Medicina Taoísta. Permanecí en el templo 6 meses, estudiando y practicando con mucho ahínco, y viviendo el proceso de sanación más profundo y pintoresco que jamás me pude haber imaginado, de la mano del que ahora también es mi Gran Maestro: Du Song Feng (Li Shifu), con quien estoy inmensamente agradecida.

Después de una experiencia difícil de explicar con palabras, regresé a casa curada de todo, ya sin tomar medicina, con la mente y el corazón más abiertos que nunca, con un bagaje de conocimiento enorme, y una nueva gran familia (mi maestro, sus maestros y sus discípulos). El retorno no fue fácil, pero comienzo a encontrar el balance. Me motiva compartir lo que me ayudó a sanar y a vivir de otra manera. Además de enseñar, continuo practicando diligentemente. 

Con el tiempo han habido cambios y procesos que me han hecho entender mi propio proceso de sanación -y la sanación en general- de una manera muy distinta a como la veía y vivía cuando recién volví del templo.

Cheng Ya practicando Qi Gong en el Templo de los Cinco Inmortales, 

sagradas Montañas de Wudang, China

No me considero Taoísta (o cualquier otra etiqueta), pues creo en el poder y la pureza de distintos caminos y sus herramientas, muchos de los cuales comparten una fundación similar. Abrazo algunas de estas herramientas para mi propia sanación y despertar. Por ejemplo, Un Curso de Milagros ha cambiado mi vida completamente, habiendo comenzado a practicarlo después de estar en el templo. El Curso de Milagros describe mi experiencia de sanación a la perfección y me está llevando aún más profundo en este proceso que recién comienza para mí. El Curso de Milagros es, de hecho, mi camino espiritual.

Creo en la necesidad de disciplina y de tener un verdadero maestro, y en la diferencia que hace realmente poner en práctica unas pocas herramientas, en vez de probar muchas de ellas superficialmente. Algunas veces, mientras practicas vives experiencias místicas y puede ser un reto comprender o gestionar lo que descubres y sientes, y aquí es donde el maestro tiene su lugar, y es por ello que Li Shifu ha tenido un gran impacto en mi vida. Para entender estas prácticas verdaderamente y obtener resultados, debes tener una práctica continua, honesta y desde el corazón, es por ello que el Qi Gong, el Tai Ji y la meditación se llaman disciplinas. 

Estas herramientas, y muchas otras que puedas encontrar o encontrarás, son medios para alcanzar un propósito mayor, para ayudarte a andar tu camino con fuerza y claridad, para ayudarte a reconocer quién eres realmente. Andar el camino requiere precisamente eso: caminar, paso a paso, muy conscientemente. Yo elijo caminar despacio pero con determinación. Así es como vivo estas herramientas, y así es como las comparto, conforme avanzo yo misma.

No pretento ser gurú, shamán o sucedáneos. Soy una persona muy afortunada que decidió buscar un auténtico Maestro y tuvo el destino de conocerlo, una persona dispuesta a escucharse atentamente y trabajarse, y que sigue en ello. Deseo compartir con humildad las herramientas que aprendí en el templo para trabajar en mí, y que tienen un efecto directo e indiscutible en mi entorno.

Este sitio, las clases o cursos que ofrezco, no se tratan de mí, yo sólo soy un puente, se trata de ti, de las herramientas y la sabiduría que tienes a tu alcance. Ofrezco compartir un camino, una visión, enseñanzas que tienen un origen puro, sagrado, un linaje ancestral y resultados comprobados. Comparto mi experiencia para demostrar que no hace falta ser un erudito sobre el tema para poder practicar y tener un beneficio real.

Disfruto mucho enseñar. Durante mis clases y cursos he visto a los estudiantes llorar, temblar, sudar, superar frustración, enojo, ansiedad, negatividad, reir, encontrar luz, fuerza y paz...Es una sensación maravillosa ver cómo su energía cambia, cómo se transforma la luz de sus ojos, dentro y fuera de clase...Sé por muchos de ellos que practicar les ha abierto la puerta, la puerta a la sabiduría (como diría Li Shifu), y éste es el regalo, de ellos para ellos mismos y de ellos para mi. Mi papel es mostrar el camino, andarlo les corresponde únicamente a ellos. 

Mi interés es enseñar cómo recobrar tu propio poder y recordar quiénes somos, aprender de mis alumnos (mis maestros), continuar mi propio proceso de cultivación y seguir compartiendo conforme sigo caminando...Sólo el Tao sabe qué me depara el futuro, por lo pronto sigo anclada en la certeza de mi presente.

El ofrecimiento está hecho. 

Cheng Ya.